Señor presidente ¿sabe usted lo que significa el dinero?, tanto lo he escuchado diciendo cosas negativas al respecto. Según usted el dinero genera avaricia y desigualdad, además de ser el arma opresora por excelencia de los ricos, pero señor presidente ¿Se ha preocupado usted por investigar los principios del dinero? Déjeme explicarle brevemente...

El dinero es un instrumento que no existe a menos que hayan bienes producidos y hombres capaces de producir dichos bienes. Es un elemento de intercambio de “valor” por “valor”. El dinero no es producido por ladrones que arrebatan a la fuerza, ni por mendigos que piden dadivas. El dinero es posible solo por hombres y mujeres que producen ¿es esto lo que usted considera maligno? Cuando recibimos un sueldo o un pago por un trabajo realizado es bajo la convicción de que ese dinero podrá ser cambiado por el producto del esfuerzo de los demás.

Observe un embase de plástico, un paquete de arroz, un vehículo, una bomba de sumersión y atrévase a decirse a sí mismo que fue creado por animales explotadores de personas, sin sentimientos ni principios morales. Intente hacer crecer una semilla de café sin los conocimientos transmitidos por quienes tuvieron que descubrirlos por primera vez. Trate de obtener su alimento tan sólo a base de movimientos físicos y aprenderá que la “mente humana” es la raíz de todos los bienes producidos y de toda la riqueza que haya existido jamás sobre la tierra.

Según usted el dinero lo hacen los fuertes a expensas de los débiles. ¿A qué fuerza se refiere? No es la fuerza de las armas o de los músculos. La riqueza es el producto de la capacidad del hombre para “pensar”. ¿Es por lo tanto el dinero hecho por el hombre quien inventa un motor a expensas de quienes no lo inventaron? ¿Es el dinero hecho por el inteligente a expensas de los tontos?¿Por el ambicioso a expensas del holgazán? El dinero se hace por el esfuerzo de cada hombre honesto; cada uno hasta el límite de su capacidad. El hombre honrado es el que sabe que no puede consumir más de lo que él mismo ha producido.

He aquí el problema que usted posee con todo respeto señor presidente. Usted intenta comprar los cerebros de los que crean bienes en este pais, imponiendo con dinero su capacidad de juicio. Pero en esta práctica usted termina por convertirse en víctima de sus inferiores. Los hombres de inteligencia lo abandonan, pero los embaucadores y farsantes acuden a usted en masa, atraídos por una ley que tergiversa los principios del dinero. Señor presidente, el dinero no le dará lo que no haya merecido. ¿Es ésta la razón por la que usted lo designa maligno?

¿Acaso usted dijo que el amor al dinero es el origen de todo mal? Amar el dinero es conocer y amar el hecho de que es la creación de lo mejor de nuestro esfuerzo mental, de nuestra capacidad de producir. Los amantes del dinero están deseosos de trabajar por él. Saben que son aptos para merecerlo.

Señor presidente lamentablemente mediante mentiras, tergiversaciones y medias verdades usted a legalizado el saqueo a empresas, y la confiscación de bienes producidos por “mentes” que a través de los años han creado bienestar y riqueza a esta nación. Sus ministros mediante el uso de la fuerza se apoderan de la riqueza de víctimas desarmadas. Pero ese botín se convierte en imán para otros saqueadores que se los arrebatarán en igual forma a la que ellas lo obtuvieron. Entonces el triunfo irá, no al más competente en producción, sino al más despiadado en brutalidad.

¿Quieres saber cuando fracasara toda esta farsa llamada socialismo? Observa el dinero. El dinero es barómetro de las virtudes de una sociedad. Cuando ves que el comercio se efectúa, no por consentimiento de las partes, sino por mandato, cuando veas que para poder producir, necesitas obtener autorización de quienes no producen, cuando observes que el dinero afluye hacia quienes trafican no en bienes sino en favores, cuando percibas que los hombres se hacen ricos más por el soborno o por influencia que por el trabajo, y que las leyes no nos protejan contra ellos; puedes estar seguro, sin temor a equivocarte, que la sociedad que creaste estará condenada.

Cuando hayas convertido al mal en medio de sobrevivencia de tu sistema politico, no esperes en que los hombres sigan siendo buenos. No esperes que conserven la moralidad. No esperes que produzcan cuando la producción se ve castigada y el robo recompensado. No preguntes entonces: «¿Quiénes están destruyendo al país?» Porque la respuesta estara frente tu espejo.