Llevamos 10años con fracasos económicos, reiteradas mentiras por parte del gobierno, cierres de canales de televisión, persecuciones a políticos opositores, control cambiario, amenazas diarias a cualquier sector de producción, expulsiones de embajadores, tratos con guerrilleros colombianos, expropiaciones, autoritarismo. Vivimos en un país que huele a mierda en cada rincón, olor a irracionalidad que danza en cada ondulación de la bandera de la asamblea nacional. Estoy harto de tanta celebración a la ignorancia. Harto de escuchar como satanizan a productores y empresarios, comparándolos con ladrones. Harto de aplausos a medidas donde el gobierno hambriento por dinero saquea y quita los bienes a quienes por años trabajaron para construirlos.

John Galt es un personaje creado por Ayn Rand para su libro la Rebelión del Atlas -libro que todo venezolano debe tener en su mesa de noche-. Este personaje junto con sus aliados liderizan una “huelga de mentes” ante el autoritarismo generado por un gobierno que comienza a expropiar plantas de acero, aerolíneas, industrias petroleras, bancos y ferrocarriles en nombre del supuesto “bienestar del pueblo” -¿les resulta familiar?-. Repentinamente filósofos, científicos, productores, dueños de empresas, escritores e intelectuales, dejan de utilizar sus talentos y abandonan sus puestos de trabajos desapareciendo sin dar explicaciones. Cada vez que el gobierno piensa en expropiar una industria el dueño junto con sus mejores trabajadores desaparecen y la industria es destruida para evitar la toma por parte del gobierno.

¿Quienes están pensando en John Galt?
Los doctores, abogados, ingenieros, ejecutivos, empresarios serios de la pequeña y mediana empresa, productores agropecuarios, industriales, vendedores exitosos y otros profesionales y emprendedores que forman parte de los engranajes que mueven este país. Ellos no son ladrones, plutócratas ni celebridades. En su mayoría son personas que han trabajado duro, que estudiaron mientras que otros festejaban. Ellos se esforzaron y presionaron por horas durante sus cincuenta y sesentas para llegar a ser dueños o altos gerentes de bancos, firmas de abogados, hospitales y empresas, gracias a sus esfuerzos dejaron atrás el salario mínimo para ganar salarios solidos de cinco cifras. Algunos en sus tiempos libres se sientan a crear fundaciones benéficas e instituciones de arte que proveen salud y cultura a Venezuela. Ningún grupo de personas contribuyen mas a las comunidades. Y ahora nuestro presidente los demoniza, y peor los penaliza por su éxito y dan claros incentivos para bloquear su producción y robar lo que durante años construyeron.

¿Que pasaría si el cirujano de corazón, el dentista, el abogado, el constructor, el gerente y las personas que emplean a 10 o 20 personas en su mediana empresa deciden al mismo tiempo que ya no quieren seguir utilizando sus mentes en un país lleno de tanta irracionalidad?¿Éxodo masivo?

Continuará...