El venezolano a través de los años tristemente ha involucionado bien sea por frustraciones, ignorancia o desesperación, se ha llegado a un punto tal que pasamos de ser Homo Sapiens y nos convertimos en simples borregos. Tanto la oposición como los chavistas se están transformando (o están ya transformados) en individuos teledirigidos. Esto explica el escaso análisis por parte de la mayoría de venezolanos en aspectos del gobierno y de la oposición que son altamente condenables. Solo basta para un individuo de la oposición escuchar alguna aseveración en “Aló Ciudadano” para aceptarla como verdad absoluta, de igual manera un chavista con algún programa de VTV. Lamentablemente el venezolano de hoy día no tiene capacidad de abstracción, es decir, de extraer una idea profundizarla y desarrollar un análisis sobre cosas que no se ven -la democracia, la justicia, derechos del individuo, etc.-, aun las cosas que se “ven” no las puede “comprender”.

¿Vivimos una verdadera democracia?
El rizoma de la democracia parte de la idea de que el elector evalúa las diferentes opciones políticas que se le presentan y basa su decisión tomando en cuenta sus prioridades, intereses, así como los costos, ventajas, desventajas, riesgos y beneficios que espera obtener al decidir por una determinada opción política. En otras palabras el elector realiza un proceso interno de discernimiento, basado en un pensamiento lógico y racional. Sin embargo, el voto de los venezolanos es más emotivo que racional, predomina más la pasión que la razón. 

 “La democracia se basa en el ciudadano, si el ciudadano elige de manera irracional el resultado es la autodestrucción”. De allí él porque llevamos más de 50 años eligiendo políticos mediocres que ha ocasionado septicemia en todos los poderes del estado. Si el voto no es consciente o no es racional, la democracia no funciona, dado que es un sistema que se basa en la “racionalidad”. Y eso hace toda la diferencia.


Andres Marquina