Dicrocoelium Dendriticum es el nombre de una bacteria poco común que ataca a las hormigas, dicha bacteria al entrar al sistema del insecto se aloja en el ganglio secundario del esófago, manipulando estos nervios la bacteria toma el control de las acciones de la hormiga. Cuando se aproxima la tarde la hormiga infectada se separa de la colonia, trepa la grama hasta su punta y con sus mandíbulas se aferra a la misma, a la espera que algún animal herbívoro se coma la grama junto con el… se podría decir que el cerebro de la hormiga es secuestrado por un parasito, el cual induce el comportamiento suicida de la hormiga.

¿Es posible que una bacteria con estas características se este esparciendo por todo el mundo, infectando a millones de personas?

La respuesta es si!… Y ese parasito fue concebido por nosotros mismos. Las “ideas” y no los virus son los que están secuestrando nuestros cerebros, azotando culturas, lenguajes y tradiciones, ideas como: la Guerra Santa, el Nazismo, el Fundamentalismo Islámico, la Revolución Comunista, el Clasismo, el Racismo, son infecciones de la psiquis humana. Las telecomunicaciones son los medios predilectos para la dispersión de este virus endémico, anegándola con información colmada de odio, rencor, antipatía y desprecio, los cuales llegan a mentes pusilánimes raptándolas con ideales radicales que hacen que los intereses individuales cambien por otros en colectivo -ninguna otra especie hace esto-.

Consecuencias

Este virus no distingue entre raza, estatus social, credo o religión. Se han visto indicios de su presencia en todo el mundo y desde tiempos inmemorables, los mismos son los que impulsan a personas a inmolarse en el nombre de Alá; individuos pro-ambiente a crear comandos de guerrilla ambientalista para hundir barcos balleneros; jóvenes a descargar su odio y resentimiento social mediante masacres estudiantiles; entre muchos otros.

Antídoto

La vía para que la sociedad no continúe contagiándose es utilizando los mismos métodos que utilizan los científicos para con los virus, no hay que eliminarlos, sino crear mutaciones benignas de las variedades mas toxicas, y así obtener inmunidad sobre la basura que vive en las orillas de nuestras culturas. Esto se logra creando un sentido critico de nuestro alrededor, viendo y comprendiendo ambas caras de la moneda, desde una perspectiva neutral, no dar cabida a las pasiones, al odio ni a la ira. Esas medidas impulsaran la evolución benigna del virus y crearan anticuerpos sociales que evitaran la continuidad de su propagación.