Sé que muchas mujeres –y algunos hombres- van a discrepar de lo que a continuación expresare, pero si lo piensan desde un nivel libre de apego verán que es algo que tiene cierta lógica.

La infidelidad genera un mar de emociones y consecuencias negativas como violencia, dolor, decepción, desconfianza, rabia, odio, vallenatos (pregúntenle a Jorge Celedon, Silvestre Dangond o Diomedez), aumento de peso (o disminución), mensajes incriminatorios de voz (o texto), rayones en carros, peas, maletas en el patio, improperios en el Facebook, y otros daños colaterales –para no seguir dando ideas-, no hay duda de eso, pero si pensamos mas allá de las emociones y un poco mas con la cabeza (razón) mi pregunta es ¿Es realmente malo?

Detrás de todas esas emociones surgen varias preguntas… ¿porque lo hizo? ¿Fui yo culpable? ¿Fue el letargo de nuestro matrimonio (noviazgo)?, ¿La poca intimidad?, ¿mi temperamento?, ¿mi obsesión al trabajo?, ¿mis kilos de más (o menos)?, ¿mi desgano?, o fue… ¿su inseguridad?, ¿su falta de comunicación?, ¿su rechazo al compromiso?, ¿su inmadurez?... Después de responder todas esas inquietudes es aquí donde viene el zenith de mi análisis…

Si fue tu culpa, pues despierta de ese letargo, pisa la realidad y ponte a trabajar sobre tus errores y recupera a tu pareja.

Si fue culpa de tu pareja no pierdas mas el tiempo, dale gracias que te mostro su verdadera cara, sus escasos valores y olvídate de él (o ella) y continua tu vida.

A final de todo, ambos resultados son positivos porque: por un lado te das cuenta de tus errores y trataras de corregirlos y, por el otro lado te das cuenta la verdadera personalidad de tu pareja y decides terminar la relación puesto que no cumple tus expectativas.